Empezando a imaginar, nos imaginamos el mejor de los futuros, por algo es nuestra imaginación. Nos vemos como ahora, pero en otro tiempo y lugar diferentes, en un entorno que se nos hace familiar pero fingimos que no lo es. Con todo lo que ahora queremos ser, con toda esa gente que queremos tener a nuestro lado y guapos, no… guapísimos porque mantenemos la cara de ahora pero con la sabiduría de mañana.
Los años están de moda, los publicistas lo saben. Ahora parece que la pesada espada de Damocles, dichosa juventud, es más ligera. Ellas son las nuevas musas, las nuevas Venus, mujeres maduras, bellas y guapas, no… guapísimas. Atrás han quedado esas madres que sacrifican una cintura de avispa por dos pequeños vástagos, esa mujer que con el peso de la casa encima, los niños y trabajo apenas rescata tiempo para mimarse y cuidarse el contorno de ojos que acecha venirse encima.

Todo ha cambiado.
Ahora, señoras y dueñas del mundo miran por encima del hombro a quinceañeras. La visión de un futuro nos da la oportunidad de soñar a ser eternas. Inalcanzables, vestirnos con animales salvajes y posar desnudas…

No hay comentarios:
Publicar un comentario