Gaps

“La vida es pasión o no sirve de nada” dice una bonita canción. Pasión por lo que hacemos, por lo que nos mueve, por nosotros, por nuestro futuro, por vivir cada día, pasión con quienes nos rodean… Pasión en las relaciones, para darlo todo y entregarte, para no esperar nada a cambio. Esas son las relaciones que valen, en las que vaciarte no es vaciarte sino rellenarte. Las relaciones donde sin hablar se firma el pacto de la complicidad, donde los kilómetros dejan de ser distancia, donde el lugar es lo de menos… No puedo evitarlo, soy de las del todo o nada en esto.

source: yogurdefresa

Siempre me han enseñado darlo todo, porque así es como se saca el jugo a la vida y a los momentos. A vivir con intensidad, soy de las del aquí y ahora. Sin embargo, no os voy a engañar, decepciones tengo a kilos, ¿cuántas queréis?

Ese momento en el que vaciarte es quedarte bajo mínimos, porque no te han quitado lo que tenías sino un poco más. Donde el todo queda al otro lado de la palabra insignificante en el diccionario y el viaje ha terminado. Es entonces donde se baja el telón se apaga la música y salen los créditos. El bache se ha hecho en la carretera, no obstante por mucho que lo rellenes sigue la marca. Esa marca que zarandea el coche cada vez que pasas por encima para recordarte una vez más que ahí hubo asfalto un día.

No voy a mentir, duelen las decepciones. Duelen tanto que te dejan el sabor amargo por mucho tiempo, si es que algún día se va. Pero ante una no hay más que rellenar el agujero y seguir haciendo camino porque aún quedan muchos kilómetros por recorrer. Mirar a tus compañeros de viaje para seguir rellenándote con cada mirada, cada momento, cada gesto y cada palabra. Sentirte orgulloso de vivir las relaciones con tanta intensidad.

Para todos aquellos que fuisteis y dejasteis de ser, un saludo. Me hicisteis más fuerte.

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