
Hablar de democracia en los tiempos que corren está de moda. Dicen que el pueblo tiene la palabra, que el pueblo decide quien quiere que decida por él, que el pueblo es soberano y que la palabra del pueblo es irreversible. Hablan de pueblos, comunidades, colectivos, ciudadanía, votantes, mayorías y minorías. Pero hablan de ellos cuando les piden el voto, cuando les piden apoyo y dicen querer se representantes.
Mi madre siempre compara el llevar un país con el llevar una casa, en menor escala claro está. El saber que se necesita, saber cómo está cada miembro de la familia, si la nevera está vacía, si hay que hacer la matrícula para la escuela u organizar las vacaciones. El trabajo del día a día, el levantarte cada mañana para hacer girar la rueda y ser el engranaje. Mirar al vecino no friega los platos.
Ahora que estoy lejos de casa y puedo ver las cosas con un poco más de perspectiva pienso que no todo se hace en esas cuatro paredes y que quienes dicen que nos representan algo tienen que aprender de fuera. A veces pienso que se plantean el fin como llegar al poder, sin embargo, el fin está en tener un país competente a nivel mundial, con alto nivel educativo, bajo nivel de paro pero lo más importante con ciudadanos felices.
Democracia es servir al pueblo, con todo lo que eso conlleva.
Para la semana que viene: Pasos